La arquitectura romana tiene una gran influencia de los etruscos y, sobre todo, de los griegos, pero presenta una serie de diferencias que le confieren un carácter práctico y funcional que hace que a los romanos se les considere más ingenieros que artistas. Estas diferencias son:
Monumentalidad: frente a la escala humana usada en los edificios griegos, Roma dotó a sus construcciones de un mayor tamaño y un aspecto grandioso.
Carácter práctico: frente a la prioridad que los griegos daban a la belleza y la armonía, los romanos priorizaron la utilidad en sus construcciones. De ahí que muchos restos arquitectónicos romanos sean obras de ingenierías como calzadas, puentes o acueductos.
Frente a la arquitectura arquitrabada griega, los romanos innovaron utilizando el arco de medio punto, la bóveda de cañón y la cúpula.
Aunque usaron los órdenes griegos (dórico, jónico y corintio), los romanos podían mezclarlos en un mismo edificio, e introdujeron órdenes compuestos que eran el resultado de mezclar partes de los distintos órdenes griegos.
Nuevos materiales. Como los griegos, los romanos construyeron edificios en piedra, pero añadieron otros materiales como el ladrillo o el mortero (especie de cemento a base de arena, agua y cal)
Los edificios públicos más característicos de la civilización romana fueron:
Templos. Solían ser de planta rectangular, muy similares a los griegos, pero también los hubo de planta circular e incluso con cúpula.
Templo romano de Vich, Barcelona, construido en el siglo II d. C. Tras ser tapado
por la estructura del castillo de los Moncada en el siglo XI, no sería descubierto
hasta finales del siglo XIX.
Templo de Hércules Víctor (S. II d. C.) situado en el Foro Boario de Roma
Panteón de Agripa, en Roma, construido entre el 118 y el 125 d. C.
Interior del Panteón de Agripa
Basílicas: enormes espacios cubiertos y porticados de tres naves, situados en el foro. Sirvieron de modelo para los templos cristianos.
Teatro: tenía una estructura bastante similar a la del teatro griego, pero no se solían construir en las laderas de las montañas, sino en el interior de las ciudades. Al disminuir la importancia del coro en las obras, la orchestra se hizo semicircular y se convirtió en un espacio reservado para los espectadores distinguidos. En torno a la orchestra disponían también en semicírculo las gradas (cavea). A la cavea se accedía por una serie de puertas llamadas vomitoria. Ante la orchesta se sitúa el escenario (proscaenium o pulpitum). Al fondo se situaba el muro (scaena).
Teatro romano de Mérida (finales del siglo I a. C.)
Anfiteatro: tenía forma redonda u ovalada. En el anfiteatro se realizaban juegos de gladiadores, venationes (luchas de animales entre sí o de hombres contra fieras) y naumaquias (luchas navales, para lo cual se inundaba la arena). El espacio central (arena) estaba rodeado por la cavea (gradas). En el centro de la arena se solía cavar una fosa en forma de cruz, donde estaban las jaulas de las fieras y las dependencias de los gladiadores.
Anfiteatro de Itálica
Anfiteatro de Nimes, Francia
Coliseo de Roma o Anfiteatro Flavio
Circo: En el circo se desarrollaban las carreras de caballos. Era parecido al estadio griego, con dos lados mayores paralelos y dos menores curvos, pero en su centro había una spina o muro que dividía la arena en dos partes. La cavea, con gran capacidad, poseía tribunas para los espectadores más privilegiados.
Recreación del Circo de Mérida
Circo Romano de Mérida
"Chariot Race" (1887) de Alexander von Wagner
Termas: eran edificios para baños y lugares de recreo y reunión. Había una sala para baños calientes (caldarium), que poseía bajo el suelo un sistema de calefacción (hypocaustum). También había una sala para los baños templados (tepidarium) y una piscina para los baños fríos (frigidarium). En torno de ellos se situaban los vestuarios (apodyteria), así como gimnasios, bibliotecas, etc.
Reconstrucción de las Termas de Caracalla
Monumentos conmemorativos: Los más frecuentes eran los arcos de triunfo, de muy diversos tipos. También se empleó la columna conmemorativa.
Arco de Constantino, construido para conmemorar su victoria en la Batalla
del Puente Milvio (312)
Columna de Trajano, cuya construcción fue ordenada para conmemorar
sus campañas contra los dacios (inicios del siglo II d. C. ). La estatua
que San Pedro que la corona fue puesta por orden del Papa Sixto V en
1588, sustituyendo a la que representaba al emperador.
Durante la civilización romana también hubo un considerable desarrollo de las obras públicas, perfeccionando las técnicas aprendidas de otras culturas. Las construcciones más sobresalientes fueron las calzadas y puentes, que ponían en comunicación todos los puntos del imperio, los embalses y acueductos, que suministraban agua a las ciudades, y la red de cloacas.
Puente de Alcántara, construido a principios del siglo II a. C. sobre el río Tajo.
En el centro presenta un arco del triunfo dedicado al emperador Trajano.
Acueducto de Segovia, también de tiempos del emperador Trajano
Los romanos asimilaron la cultura griega, a la que añadieron su carácter práctico, y la difundieron por todo su imperio gracias a la romanización y a su vehículo fundamental: el latín.
Las aportaciones culturales.
La principal aportación de Roma fue el derecho, que regulaba las relaciones entre los ciudadanos romanos, entre estos y los pueblos conquistados, y entre todos con el Estado. Las leyes romanas se recuperaron durante la Edad Media y todavía se percibe la vigencia del derecho romano en las legislaciones de todos los países de Europa y América. De los romanos hemos recibido las ideas de independencia judicial y de respeto por la ley, que igualan en derechos a todos los ciudadanos, y que hoy consideramos, condición indispensable de la democracia.
Los romanos desarrollaron numerosas disciplinas, entre las que destacan la Filosofía (con Cicerón o Séneca), la Literatura (en la que destacaron Virgilio y Plauto), la Historia y la Geografía (con Tito Livio, Julio César o Plutarco). En medicina sobresalió el médico Galeno, cuya obra siguió aplicándose durante la Edad Media.
La religión
La religión romana era politeísta. Había divinidades domésticas como Vesta (diosa protectora del hogar), los penates (dioses de la despensa, a los que se les pedía que siempre hubiera alimento en la casa), los manes (o espíritus de los difuntos), o los genius, dioses particulares de cada familia que aseguraban la perpetuidad de la descendencia. De estas divinidades se situaban estatuillas en el fuego del hogar y en el atrio, también en una hornacina o altar llamado lalarium. Ocasionalmente se les hacían ofrendas en forma de pasteles, flores, etc.
Lalarium de la casa de los Vetii (Pompeya)
Los romanos eran muy supersticiosos y realizaban consultas a sus deidades antes de realizar cualquier decisión importante. Los augures observaban el vuelo de las aves y los fenómenos celestes, mientras que los haruspices examinaban las entrañas de las víctimas de los sacrificios.
Entre las principales divinidades estatales destaca la llamada “Triada capitolina”, formada por Júpiter, Juno y Minerva. Después de conquistar Grecia, los dioses romanos se asimilaron y fundieron con los griegos, adoptando sus mitos e historias. La religión clásica sufrió profundos cambios en época imperial por la aparición de nuevas religiones procedentes de Oriente, la divinización de la figura del Emperador, al que debía rendirse culto en todo el Imperio, y la irrupción del cristianismo.
El arte figurativo.
Las esculturas romanas reflejan su herencia griega. Los romanos aportaron el retrato, que pretendía ser fiel al modelo. Así se representan emperadores, militares, intelectuales y personajes femeninos. Gracias a estas representaciones puede observarse la evolución de la moda y de los peinados.
En un principio esas esculturas eran bustos que sólo recogían la cabeza y parte del
cuello, pero poco a poco se irán ampliando hasta llegar a representar
también los hombros y el pecho.
Busto de Antinoo, supuesto amante del emperador Adriano que, según la leyenda, se sacrificó arrojándose al Nilo para que los hados asegurasen una larga vida al emperador.
También hubo retratos de cuerpo entero, de pie o sedentes (esto fue más frecuente en los cuerpos femeninos), y retratos ecuestres, del que debió haber varios ejemplos, pero que sólo nos ha llegado uno importante. Sólo se representaba así al emperador y es importante por la influencia que tendrá en épocas posteriores.
Estatua de César Augusto. Fue descubierta en 1863 en Villa de Livia, Roma, y se cree que fue encargada por su mujer tras la muerte de éste.
Escultura del patricio Bernini portando dos bustos de sus antepasados en solemne procesión.
Retrato ecuestre del emperador Marco Aurelio (176 d. C.)
Los romanos también destacaron en el relieve histórico, que servía para narrar las victorias militares y adornaba los arcos de triunfo y las columnas conmemorativas.
Relieves del "Ara Pacis", altar construido por Augusto para celebrar sus victoriosas campañas en la Galia e Hispania
Al igual que otras artes, la pintura y el mosaico en Roma tenían una finalidad práctica: decorar las casas de los ricos y los palacios. Las características generales de estas representaciones eran:
Exaltación del individuo, frente a la exaltación de la genus propia de los griegos.
Multifocalidad: son muchos los centros que exigen la atención
Adecuado uso de la perspectiva
Uso de una amplísima gama de colores frente a los cuatro colores básicos de la pintura griega
Tendencia al abandono del perfilado de las imágenes, dando más importancia al color que al dibujo
Los temas son muy variados. Encontramos representaciones de temas históricos, retratos, temas mitológicos (generalmente copia de los maestros griegos), paisajes y decorados arquitectónicos así como naturalezas vivas o muertas. También aparecen temas de carácter esotérico, simbólico o iniciático, eróticos (generalmente en lo más recóndito de las viviendas romanas) e incluso humorísticos.
Perseo y Andrómeda
Retratos de Terentio el panadero y su esposa (Pompeya)
Bodegón o naturaleza muerta (pintura que representa objetos naturales, como animales, flores, plantas o frutas, o hechos por el hombre, como utensilios de cocina, muebles, monedas, etc.) de una casa de Pompeya
En la pintura usaron la técnica del fresco, consistente en pintar sobre un muro preparado con arena y cal mientras este está húmedo. Los mosaicos se realizaban mediante la unión de pequeñas piezas de distintos materiales, llamadas teselas.
Mosaico de Alejandro Magno en la casa del Fauno (Pompeya). Realizada con teselas de entre uno y cinco milímetros de tamaño, representa el momento en que Alejandro ataca al monarca Persa Darío durante la batalla de Issos (333 a. C.)
La principal actividad económica en el mundo romano fue la agricultura. Se basaba en grandes explotaciones, propiedad de los patricios, que eran trabajadas por esclavos. Además existían pequeñas propiedades de campesinos libres. Se cultivaban cereales, vid y olivo, así como frutales y hortalizas. La principal herramienta era el llamado “arado romano”, que tirado por bueyes permitía arar la tierra abriendo surcos en ella.
La ganadería fue adquiriendo importancia a medida que avanzaban las conquistas, ya que los animales eran imprescindibles para el ejército. Se criaban bovinos, cabras, ovejas y caballos.
La expansión territorial también influyó en la organización de la economía. Cada provincia se especializó en aquellos cultivos más adecuados a cada zona (aceite en la Bética, trigo en Egipto, vid en Grecia y la Galia, etc.). A la larga esto produciría la ruina de los pequeños propietarios de Italia, que no podían competir con los productos que llegaban de las otras provincias.
La mayor parte de la producción se destinaba al abastecimiento de la capital del Imperio, donde se concentraba una masa de población cada vez más numerosa y menos productiva.
Las provincias también aportaban a la capital materias primas, especialmente minerales. Las minas pertenecían al estado, y las arrendaba a particulares que se encargaban de explotarlas con esclavos. Gracias a esto en Roma se desarrolló una importante actividad artesanal, sobre todo cerámica, textil y metalúrgica, realizada en talleres que también usaban mano de obra esclava.
Rutas comerciales en el Imperio romano
La actividad comercial se desarrolló en paralelo a la expansión territorial, y se vio favorecida por la estabilidad del Imperio, el uso de monedas comunes y una red de calzadas que partía desde Roma hacia todas las provincias. Fuera del Imperio se desarrolló un activo comercio con oriente por vía marítima, desde donde se importaban productos de lujo como la seda, el ámbar o los metales preciosos.
La civilización romana fue básicamente urbana. En todo el territorio controlado por Roma surgieron numerosas ciudades que se convirtieron en el centro de la vida social, económica y cultural, y sirvieron a su vez como focos de romanización, es decir, centros desde los que se difundía la cultura romana.
Las ciudades se solían situar en colinas más o menos elevadas, en lugares preferiblemente cerca del mar o ríos. Dentro del recinto de la ciudad debía haber agua y fuentes naturales para poder resistir posibles asedios del enemigo. Tenían una minuciosa planificación y su trazado se inspiraba en el de los campamentos militares.
Tenían un plano en cuadrícula a partir de dos ejes principales: el cardo maximus, de norte a sur, y el decumanus máximus, de este a oeste. Ambos ejes desembocaban en cuatro puertas de entrada a la ciudad situadas en las murallas. En el lugar donde se cruzaban las dos calles principales se situaba el foro, plaza central que era el centro de la vida urbana. En torno al foro se disponían los siguientes edificios principales:
Templos, que estaban dedicados a distintos dioses
Basílica, donde se reunían los tribunales de justicia, se discutía de negocios o simplemente se paseaba.
Planta de la basílica Ulpia (Roma)
Reconstrucción de la basílica Ulpia.
Basílica Ulpia (Roma)
Curia, edificio donde se reunía la Asamblea de representantes de la ciudad.
Tribunas para los discursos de políticos y gobernantes.
Mercados con multitud de locales para todo tipo de intercambios.
Monumentos de carácter honorífico o conmemorativo: estatuas, arcos del triunfo, obeliscos, columnas, etc.
Edificio de la Curia Julia en Roma
Reconstrucción del interior de la Curia Julia (Roma)
Dependiendo del nivel económico, en las ciudades podían encontrarse dos tipos de vivienda:
La domus: Eran las vivienda de las familias ricas. Eran casas unifamiliares, de una sola planta, que se organizaba en torno a un patio central, el atrio. Este patio estaba cubierto por un tejado con las vertientes hacia el interior y una abertura cuadrada en el techo para recoger el agua de lluvia, que caía en un estanque situado en el centro del atrio.
En torno al atrio se situaban las habitaciones: el vestibulum (recibidor), el tablinium (despacho) el triclinium (comedor) y los cubícula (dormitorios). Las habitaciones que daban a la calle se dedicaban a los negocios y se llamaban tabernae.
Triclinum
Villa de los misterios, Pompeya
Con el tiempo, los romanos añadieron, por influencia griega, un segundo patio a sus casas, el peristilo. En torno a él se organizaban las habitaciones más privadas y lujosas, para recibir a los amigos, decoradas con pinturas murales y mosaicos
Las insulae: eran viviendas de alquiler. En ellas se amontonaba la plebe romana, en cuartuchos de un espacio y confortabilidad mínimos. Carecían de agua y servicios. Las había hasta de cinco y seis plantas. Construidas con materiales y técnicas baratos, constituían un peligro constante de derrumbamientos, incendios y asaltos. Las plantas bajas solían dedicarse a tiendas y talleres artesanales.
Piso inferior de la ínsula de Ostia conocida como "Casa de Diana", donde se
situaban tiendas y escaleras que permitían el acceso a los pisos superiores.
La República como forma de gobierno se mantuvo en Roma durante medio milenio, desde finales del siglo VI hasta el siglo I a. de C. Durante este periodo Roma se extendió primero por toda Italia y después por el Mediterráneo. Al mismo tiempo consolidó sus estructuras sociales y económicas más significativas: el paso de una sociedad rural a una sociedad fundamentalmente urbana, la creación de normas de derecho aplicables a todos los ciudadanos y el desarrollo de una cultura que se extendería por todo el Occidente.
La República romana se ha definido como “aristocrática”. Esto es así porque sólo un grupo social minoritario, los patricios, tenían acceso al gobierno. Las principales instituciones republicanas eran:
Las magistraturas. Al desaparecer la monarquía, el poder del rey quedó repartido entre una serie de cargos públicos, los magistrados. Las principales características de las magistraturas eran las siguientes:
Gratuidad. No se cobraba por ejercerlas y se desempeñaban a título honorífico.
Progresividad. Para llegar a ser cónsul, cargo de poder máximo, había que desempeñar antes las magistraturas inferiores. La carrera política se denominaba cursus honorum
Colegialidad: eran desempeñadas a la vez por al menos dos titulares (colegas).
Anualidad: La mayoría de las magistraturas duraban un año.
Potestas e imperium: Todos los magistrados tenían una serie de poderes, la potestas. Los magistrados más importantes (cónsules, pretores y dictadores) ostentaban también el imperium, derecho de vida y muerte sobre las personas y supremo poder militar. Los magistrados cum imperio iban acompañados por los lictores, escolta personal, que portaban los fasces (haces de varas con un hacha en medio).
El senado. Era el órgano político con más poder después de los cónsules. Al principio el número de senadores era de 300. Sus atribuciones eran muy amplias: asesoran a los magistrados y ratifican las decisiones del pueblo; controlan el erario público, la política exterior y los asuntos judiciales que tienen que ver con Italia. También decidían sobre la paz y la guerra.
Recreación del Senado de la república romana en un cuadro del siglo XIX que representa a Cicerón
Las asambleas populares o comicios, reuniones de los ciudadanos para decidir determinados asuntos. Aprobaban las leyes y elegían a los magistrados.
Desde los principios de la república, los plebeyos quedaron excluidos del senado o las magistraturas. Eso les llevó a luchar para obtener derechos iguales a los de los patricios. La amenaza por parte de los plebeyos de abandonar la ciudad de Roma llevó al senado a concederles unos magistrados especiales, los tribunos de la plebe, encargados de defender los derechos de los plebeyos. Posteriormente conseguirían que se les autorizase a desempeñar cargos públicos o que se permitiera el matrimonio entre plebeyos y patricios. A medida que la república romana extendía sus territorios, y aumentaba su poder, algunos plebeyos fueron enriqueciéndose y llegaron a compartir el poder con los patricios. Estos plebeyos eran denominados equites o “caballeros”.
La conquista de Italia.
Después de haber superado sus conflictos internos, Roma pudo emprender la conquista de toda Italia. Este proceso tuvo tres fases principales.
Desde los tiempos de la monarquía, Roma había establecido una alianza con otras ciudades del Lacio, la Liga Latina. El aumento del poder de Roma la elevó a una posición hegemónica entre las ciudades que conformaban la alianza, que trataron de librarse de su dominio. El resultado fue la Guerra Latina (343-338 a. C.) de la que Roma salió como vencedora. A partir de ese momento las ciudades latinas fueron convertidas en municipiae y pasaron a estar controladas por Roma.
La conquista de la península Italiana por parte de Roma
Tras conseguir dominar el Lacio, los siguientes 50 años Roma libró tres guerras contra los samnitas, un pueblo de rudos y guerreros montañeses instalados al sur de Roma. A pesar de la grave derrota sufrida en la batalla de las Horcas Caudinas (321 a. de C.), tras la que el derrotado ejército romano fue humillado a pasar bajo el yugo de las lanzas samnitas, el enfrentamiento terminó con la victoria de Roma en el 290 a.C.
El episodio de las Horcas Caudinas por Charles Gleyre
Vencidos los samnitas, Roma continuó su avance hacia el sur, que culminó con la conquista de la Magna Grecia, colonia griega en el sur de la península. con lo que Roma dominaba ya toda Italia (264 a. de C.).
La conquista del Mediterráneo occidental
Terminada la conquista de la península, Roma inicia su expansión por el Mediterráneo, cuyo primer episodio fueron las tres guerras púnicas que los romanos mantuvieron con los cartagineses.
La Primera Guerra Púnica (264-241 a. de C.) permitió a Roma apoderarse de Sicilia (260) y de Córcega y Cerdeña (241).
Las Guerras Púnicas según el videojuego de "Imperium"
La Segunda Guerra Púnica (218-201 a. de C.) fue motivada por el ataque del general cartaginés Aníbal a Sagunto, ciudad de la península ibérica aliada de Roma. Aníbal avanzó contra Roma con un ejército de 40.000 hombres y una comitiva de elefantes, cruzó los Alpes y derrotó a los romanos en Cannas (216). Tras estas derrotas, Roma se recuperó y logró derrotar a Asdrúbal, hermano de Aníbal, en el río Metauro (207) cuando acudía con refuerzos. Posteriormente, Escipión el Africano expulsó a los cartagineses de la península ibérica y los venció en África, en la batalla de Zama (202). De este modo los romanos iniciaron la conquista de la península ibérica, que pasó a formar parte del Imperio con el nombre de Hispania.
La batalla de Cannas, extracto del documental "Annibal,
el peor enemigo de Roma".
Principales batallas de la Segunda Guerra Púnica
La Tercera Guerra Púnica (149-146 a. de C.) se inició con el ataque de los cartagineses a Masinisa, rey de Numidia y aliado de Roma. Cartago fue asediada y destruida por Escipión Emiliano el año 146 a. de C., convirtiéndose en provincia romana de África.
La conquista del Mediterráneo oriental
En el transcurso del siglo II a. de C. Roma completaría su dominio sobre el Mediterráneo.
La alianza entre Filipo V de Macedonia y Aníbal, durante la Segunda Guerra Púnica, sirvió a Roma como pretexto para atacar a los macedonios, que fueron derrotados en Cinoscéfalos (197) y Pidna (168), con lo que Macedonia se convirtió en provincia romana. Grecia, bajo el poder de Macedonia, fue incorporada a Roma en el año 146. En el año 133, Atalo III, rey de Pérgamo, legó su reino a Roma, para terminar con una falsa independencia, convirtiéndose en provincia asiática del Imperio. En el año 123, Roma conquistó las Baleares y en el 122, la Galia Cisalpina y la Galia meridional.
A comienzos del siglo I a. de C., el Mediterráneo era un mar romano (Mare Nostrum) y aunque se produjeron algunas rebeliones en las provincias, no triunfaron. Esto proporcionó a Roma el control de una inmensa riqueza que explotaba en su beneficio, como tierras de cultivos y minas de oro, plata y otros metales, así como el incremento del número de esclavos para explotar esas minas y tierras gracias a las guerras y a las conquistas. Roma también recibía cuantiosos tributos que debían pagar las ciudades y provincias conquistadas. Todo esto trajo consigo el aumento de poder de los generales victoriosos, que acumularon no sólo gran influencia, sino grandes riquezas debidas al saqueo y a la corrupción.
La crisis de la república
Roma creció y se enriqueció con las conquistas, los botines de guerra y los tributos que debían pagar las provincias y las ciudades aliadas. Pero las instituciones republicanas, creadas para administrar una ciudad de reducida extensión, eran poco aptas para controlar un territorio tan extenso como el que dominaba Roma. Sólo los habitantes de Roma y de algunas ciudades aliadas gozaban del derecho de ciudadanía. Además, la distribución de la riqueza y de los derechos políticos no se realizó de forma equitativa, lo que originó importantes movimientos de protesta.
Por otra parte, los patricios y los plebeyos ricos eran los únicos que tenían acceso a las magistraturas, a los cargos públicos de gobierno. El conjunto del pueblo romano sólo tenía derecho a reunirse en asambleas o comicios, convocados por un magistrado. Esta situación originó protestas y levantamientos de los plebeyos
Al mismo tiempo la esclavitud fue aumentando, a causa de la mayor riqueza de los ciudadanos y del Estado, y se produjeron importantes revueltas de esclavos, como la Espartaco (73-71 a. de C.), que fueron duramente reprimidas.
Conquistas de Pompeyo (azul) y Julio César (amarillo)
La situación de descontento y falta de control político favoreció la formación, en el año 60 a. de C., de un primer triunvirato, un gobierno formado por tres generales: Pompeyo, Craso y César, sin el apoyo del Senado. El triunvirato duró poco. Craso murió (53 a. de C.) en la guerra de Siria, mientras César llevaba a cabo la campaña de la Galia, situación que aprovechó Pompeyo para nombrarse cónsul único. Julio César reunió sus ejércitos y avanzó hacia Roma dispuesto a enfrentarse con Pompeyo: el 10 de enero del año 49 a. de C. cruzó el Rubicón, el río que servía de frontera entre Roma y la Galia, en un gesto que significaba una declaración de guerra. Pompeyo huyó a Egipto donde murió asesinado.
Cesar ocupó Roma y asumió la dictadura perpetra comportándose como un auténtico monarca hasta que fue asesinado por un grupo de senadores, unidos en torno a Marco Junio Bruto y Cayo Casio, el 15 de marzo del 44 a. de C.
Muerte de César (1798) por Vincenzo Camuccini. Julio César recibió más de 20 puñaladas ya que todos los conspiradores debían mancharse las manos con su sangre, pero sólo una sería mortal: la que le asestó su hijo adoptivo Bruto en la espalda y que le atravesó el corazón.
Tras su muerte se formó el segundo triunvirato, integrado por Marco Antonio, Octavio y Lépido, en el año 43. Tras vencer a los republicanos (Bruto y Casio) en la batalla de Filipos (43 a. de C.) se dispusieron a aplicar la política dictatorial de César, pero Lépido abandonó las tareas de gobierno en el año 36 a. de C. y Octavio venció a Marco Antonio y a Cleopatra, su aliada y reina de Egipto, en la batalla de Actium (31 a. de C.). Egipto se convirtió en provincia romana y Octavio, sobrino e hijo adoptivo de Julio César, pasó a gobernar Roma con el apoyo del Senado, bajo el nombre de Augusto y con el título de Emperador, dando así comienzo una nueva etapa en la historia de Roma: el Imperio.
La Pax romana.
En el año 27 a. de C. Octavio se convirtió en el primer emperador de Roma, con el nombre de Augusto. Augusto se hizo nombrar príncipe, reuniendo en su persona todos los poderes:
el imperium consular o jefatura suprema del ejército;
el poder tribunicio, o derecho a presidir el Senado y ejercer el veto
el pontificado o dirección de la religión oficial romana.
La tarea más importante de Augusto fue lograr la paz en todo el Imperio, para lo cual reorganizó algunas provincias (como Galia o Hispania), reforzó las fronteras de otras, para evitar el acoso de los pueblos bárbaros (fronteras del Danubio) e hizo la paz con los partos. La misma tarea pacificadora se aplicó a Italia, con medidas como la represión del bandolerismo y la aplicación de una ley igualitaria de tributos. De este modo, Augusto consiguió una paz que se prolongaría casi ininterrumpidamente durante dos siglos (la pax romana) y un desarrollo cultural extraordinario.
El emperador Augusto
Durante los dos siglos que siguieron al reinado de Augusto (siglos I y II de nuestra era) el Imperio romano vivió su mayor esplendor, tanto desde el punto de vista económico como cultural. La larga paz de que disfrutó el Imperio contribuyó en gran medida a ello: se podía viajar sin ningún problema de un extremo a otro del Imperio, desde Egipto hasta Britania, el comercio no hallaba obstáculos, se multiplicaron las obras públicas y en las provincias se desarrollaron ciudades florecientes a imagen de Roma. Las provincias, sobre todo, se beneficiaron de la llegada al poder de emperadores nacidos en ellas, como Nerva, Trajano y Adriano, de Hispania, o Antonino, de Galia.
Detalle del Ara Pacis Augustae, altar construido por el Senado como agradecimiento a Augusto por sus victorias en la Galia e Hispania y la consecuente paz que trajo con ellas.
El mandato de Marco Aurelio (161-180) significó el final de la paz. En el 167 varias tribus bárbaras cruzaron las fronteras del Rin y del Danubio, empujadas por una oleada de pueblos godos de la Europa central, atravesaron los Alpes e invadieron la península italiana. Marco Aurelio rompió el principio de adopción: en vez de adoptar como hijo a aquél que considerase más idóneo para gobernar el Imperio, nombro heredero en su hijo Cómodo (180-192), quien además ejerció el poder de forma despótica, provocando la rebelión del 192 y la toma del poder por el ejército, que a partir de ese momento se encargó de nombrar y derrocar a los emperadores.
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¿Quiénes eran los “equites”? ¿Qué privilegios concedía el ostentar el poder del “imperium”?
¿Cómo consiguieron los plebeyos que se instaurara la magistratura del Tribuno de la Plebe?
Describe las principales instituciones republicanas.
Según el documental sobre la batalla de Cannas, ¿cuántas bajas sufrió el ejército romano? ¿En qué batalla se produjo la derrota definitiva de Aníbal?
¿Cuál fue la principal causa de las Guerras Latinas? ¿Cómo cayó Grecia bajo el control de Roma?
Según el documental sobre las Guerras Púnicas, ¿cuál fue la primera ciudad de Hispania que conquistó Amilcar Barca? ¿qué general romano y en qué año tomó esta ciudad durante la segunda guerra púnica?
¿Cuáles fueron las consecuencias de la creación de un gran Imperio en torno al Mare Nostrum?
¿Qué fueron los triunviratos? ¿Quiénes los integraron?
¿Por qué algunos senadores conspiraron contra Julio César?